Hoy celebramos a San Luis Gonzaga, hijo ejemplar y patrono de la juventud

2025-06-20 22:08:29
Cada 21 de junio la Iglesia Católica celebra a San Luis (Aloysius) Gonzaga (1568-1591), patrono de la juventud cristiana y protector de los estudiantes; hombre de corazón enorme, quién aunque sufrió incomprensiones y pesares, no perdió jamás su talante alegre ni su espíritu de lucha. Murió muy joven, pero tuvo una vida intensa y feliz.

<h2><strong>De una vida de privilegios&hellip;</strong></h2> <p>San Luis Gonzaga naci&oacute; en 1568 en Castiglione delle Stiviere, Mantua (Italia), hijo primog&eacute;nito de la pareja heredera del principado de Castiglione. Su madre, preocupada por introducirlo en la fe, lo consagr&oacute; a la Virgen y lo hizo bautizar. Mientras que a su padre, duque y exitoso militar de carrera, s&oacute;lo le interesaba el &eacute;xito y la gloria futura para el hijo primog&eacute;nito, su heredero.</p> <p>Luis frecuent&oacute; cuarteles desde ni&ntilde;o, y si bien aprendi&oacute; la importancia del valor y el honor, tambi&eacute;n adquiri&oacute; ademanes considerados vulgares y rudos, impropios de la estirpe militar. Con &aacute;nimo de rectificar aquellos defectos, sus padres lo rodearon de magn&iacute;ficos preceptores y personalidades ejemplares. Es as&iacute; como a los trece a&ntilde;os conoce al obispo San Carlos Borromeo, quien queda impresionado con su inteligencia y buen coraz&oacute;n; Borromeo ser&aacute; despu&eacute;s quien le dar&iacute;a la Primera Comuni&oacute;n y se convertir&iacute;a en inspiraci&oacute;n para la vida espiritual.</p> <p>Mucho del entorno que rodeaba a Luis -la alta sociedad lombarda- tambi&eacute;n se caracterizaba por cosas reprobables: fraude, vicio, crimen y lujuria. Luis, que quer&iacute;a vivir como un buen cristiano en medio de la corte, se someti&oacute; a penitencias y pr&aacute;cticas de piedad constantes. El jovencito estaba convencido de que Cristo no ten&iacute;a por qu&eacute; ser un obst&aacute;culo para descuidar sus compromisos sociales. Si hab&iacute;a algo que deseaba profundamente era honrar a sus progenitores, tal y como se&ntilde;ala el cuarto mandamiento de la Ley de Dios. En ese momento, sus sue&ntilde;os estaban centrados en la carrera militar.</p> <h2><strong>&hellip; a una vida mucho mejor</strong></h2> <p>Llegado el momento, por asuntos concernientes a su padre, Luis tuvo que viajar a Espa&ntilde;a. Estando de visita en la iglesia de los jesuitas en Madrid oy&oacute; una voz que le hablaba al coraz&oacute;n: &ldquo;Luis, ingresa en la Compa&ntilde;&iacute;a de Jes&uacute;s&rdquo;.</p> <p>Lo que le ped&iacute;a Dios no pod&iacute;a ser casualidad, ni un arrebatamiento juvenil. Luis, entonces, quiso que sus padres fueran los primeros en enterarse de que deseaba ser religioso. Las subsecuentes reacciones fueron distintas. Su madre tom&oacute; con alegr&iacute;a la noticia, pero su padre mont&oacute; en c&oacute;lera y se neg&oacute; a aceptar semejante proyecto. Luis tom&oacute; la decisi&oacute;n de obedecer y honrar la voluntad paterna, as&iacute; que se mantuvo en la corte.</p> <h2><strong>Ser de los que acompa&ntilde;an a Jes&uacute;s</strong></h2> <p>&nbsp;</p> <p>A Luis no lo persuadieron ni los viajes ni los cargos importantes. &Eacute;l quer&iacute;a dedicar el resto de su vida al servicio de Cristo. As&iacute; que, al final, su padre tuvo que ceder.</p> <p>En una misiva enviada al general de los jesuitas el M&aacute;rques de Castiglione, don Ferrante Gonzaga, escribi&oacute;: &ldquo;Os env&iacute;o lo que m&aacute;s amo en el mundo, un hijo en el cual toda la familia ten&iacute;a puestas sus esperanzas&rdquo;.</p> <p>Tras estos acontecimientos, Luis ingres&oacute; al noviciado de la Compa&ntilde;&iacute;a de Jes&uacute;s. Se convirti&oacute; en un novicio fiel y cuidadoso, observante de las reglas y desprendido de toda vanidad. Habiendo renunciado a ser &eacute;l mismo marqu&eacute;s alg&uacute;n d&iacute;a -era el mayor de los hermanos y le correspond&iacute;a- se puso a prueba ejercit&aacute;ndose en los oficios m&aacute;s humildes.</p> <p>Duro ser&iacute;a el golpe que recibi&oacute; al enterarse de que su padre hab&iacute;a muerto. Sin embargo, Luis no mir&oacute; atr&aacute;s, y se concentr&oacute; en dar consuelo a su madre y aconsejar a su hermano, a quien hab&iacute;a cedido todos sus derechos.</p> <h2><strong>Quien ama a Dios, honra padre y madre</strong></h2> <p>Por ese entonces, la poblaci&oacute;n de Roma se vio afectada por una epidemia -la peste una vez m&aacute;s- y los jesuitas abrieron un hospital en el que ellos mismos se encargaban de cuidar a los enfermos. Luis fue destacado all&iacute; como enfermero. Empez&oacute;, a la par, a pedir limosna, v&iacute;veres y abrigo para los pacientes del nosocomio. Lamentablemente, sirviendo a los m&aacute;s d&eacute;biles, a quien am&oacute; con esmero, contrajo la enfermedad que los asolaba.</p> <p>El joven santo pudo recuperarse de aquel mal, aunque qued&oacute; afectado por una fiebre intermitente que en los meses siguientes lo redujo a un estado de total fragilidad. Acompa&ntilde;ado de su confesor, San Roberto Belarmino, Luis fue prepar&aacute;ndose para su inminente destino: la muerte.</p> <p>Con la mirada puesta en el crucifijo y repitiendo el nombre de Jes&uacute;s, San Luis Gonzaga parti&oacute; a la Casa del Padre la medianoche del&nbsp;<em>Corpus Christi,</em>&nbsp;el 21 de junio de 1591, a los 23 a&ntilde;os de edad. Am&oacute; por sobre todo a Dios, y por haberlo hecho en alt&iacute;sima medida, alcanz&oacute; la santidad. Y es que a Dios se le ama amando a quienes &Eacute;l nos regal&oacute; como padres, como a quienes &Eacute;l nos puso como pr&oacute;jimos. No hay forma m&aacute;s elevada de honrar a quienes nos dieron la vida que amando a Dios primero y, al mismo tiempo, sirviendo a quienes necesitan de nosotros.</p> <p>Ninguna corona, tesoro, victoria militar, t&iacute;tulo o cosa de este mundo es capaz de igualar la gloria de encontrar abiertas las puertas del cielo.</p> <p>San Luis Gonzaga fue canonizado por el Papa Benedicto XIII en el a&ntilde;o 1726, siendo declarado &lsquo;patrono de la juventud&rsquo;. El Papa P&iacute;o XI ratific&oacute; dicho patronazgo el 13 de junio de 1926.</p> <h2><strong>Ep&iacute;logo: fruto maduro de la Iglesia</strong></h2> <p>&lsquo;La vida es breve&rsquo;, se suele decir; y as&iacute; lo fue, literalmente, para San Luis Gonzaga.</p> <p>Sus bi&oacute;grafos coinciden en se&ntilde;alar que el santo admit&iacute;a con gratitud que &ldquo;el Se&ntilde;or le hab&iacute;a dado un gran fervor para ayudar a los pobres&rdquo;, y que eso -bien lo sab&iacute;a el santo- pod&iacute;a guardar relaci&oacute;n con un pronto llamado: &ldquo;Cuando uno tiene que vivir pocos a&ntilde;os, Dios lo incita m&aacute;s a emprender tales acciones&rdquo; (San Luis Gonzaga), refiri&eacute;ndose al ejercicio de la caridad.</p>